La Parroquia está encomendada a un sacerdote que llamamos párroco, el cual es nombrado por el señor obispo para que, con los demás sacerdotes que trabajan con él, anime, ayude y sirva a los cristianos de su Iglesia. O grupo de hermanos.
La Parroquia
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Organización de la parroquia
Grupo de Animación Litúrgica
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Lectores
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Salmistas
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Cantores
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Acomodadores
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Edición de folletos litúrgicos
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Repartidores de folletos
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Grupo de acólitos y monaguillos
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Grupo de preparación de oración
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Grupo de preparación de la Liturgia
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Sacristía: ropero, ornamentos…
Grupo de Formación Cristiana
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Cursillos Pre-Bautismales
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Catequesis de Primera Comunión
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Catequesis de Postcomunión
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Catequesis de Confirmación
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Catequesis de Adultos
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Cursillos Pre-Matrimoniales
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Grupo de Vida Ascendente
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Equipos de Nuestra Señora
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Catequesis Proyecto Amor Conyugal
Servicio a los demás
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Grupo de Visitadores de Enfermos
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Grupo de Cáritas Parroquial
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Limpieza de Templo y Salones
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Mantenimiento del complejo parroquial
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Mantenimiento de plantas y adornos florales
Párrocos desde su fundación
Párroco actual
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Desde 2023
Historia
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Titularidad
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Periodo
1765-1827
Estilo
Barroco Neoclásico
Ubicación
Ubicación de su parroquia
Obras artísticas que acoge nuestra parroquia
Talla en madera de cedro policromada y estofada. Se trata de una obra de bulto redondo formada por dos imágenes: San José y el Niño Jesús.
San José aparece vestido con túnica y manto; en el pecho asoma la camisa huertana tan característica en la obra de Salzillo. En su mano derecha sujeta un bastón y en la izquierda sostiene al Niño.
El cuerpo de San José se halla ligeramente inclinado hacia la derecha, abriendo los pies en uve y adelantando prudentemente el pie derecho. La túnica que marca sutilmente las piernas, deja descubrir las puntas de los pies calzados con finas sandalias. El estofado de su indumentaria (túnica y manto) constituye un delicado trabajo de decoración a base de filigrana y elementos vegetales.
En lo que se refiere a la anatomía destaca la acertada disposición de los cabellos con la ralla en el centro que permite su distribución de forma simétrica. También es digno de mencionar el tratamiento de la barba, así como la perfección anatómica del rostro y la expresión.
La imagen del Niño está desnuda; se halla sentado entre el antebrazo y el costado izquierdo del carpintero, con los brazos abiertos, mira de frente mientras toca tiernamente con la mano izquierda la barba de san José.
Fue restaurado en 1997 por el Instituto del Patrimonio Histórico Español de Madrid.
Autor: Atribuida a Francisco Salzillo
Fecha: Siglo XVIII
Ubicación: Iglesia de Santiago Apóstol
San José aparece vestido con túnica y manto; en el pecho asoma la camisa huertana tan característica en la obra de Salzillo. En su mano derecha sujeta un bastón y en la izquierda sostiene al Niño.
El cuerpo de San José se halla ligeramente inclinado hacia la derecha, abriendo los pies en uve y adelantando prudentemente el pie derecho. La túnica que marca sutilmente las piernas, deja descubrir las puntas de los pies calzados con finas sandalias. El estofado de su indumentaria (túnica y manto) constituye un delicado trabajo de decoración a base de filigrana y elementos vegetales.
En lo que se refiere a la anatomía destaca la acertada disposición de los cabellos con la ralla en el centro que permite su distribución de forma simétrica. También es digno de mencionar el tratamiento de la barba, así como la perfección anatómica del rostro y la expresión.
La imagen del Niño está desnuda; se halla sentado entre el antebrazo y el costado izquierdo del carpintero, con los brazos abiertos, mira de frente mientras toca tiernamente con la mano izquierda la barba de san José.
Fue restaurado en 1997 por el Instituto del Patrimonio Histórico Español de Madrid.
Autor: Atribuida a Francisco Salzillo
Fecha: Siglo XVIII
Ubicación: Iglesia de Santiago Apóstol
Cristo Resucitado
Imagen de vestir. Presenta talla en cabeza, manos y pies y armazón de madera para el resto.
La talla de la cabeza se reduce al rostro, pues el pelo es pintado, ya que desde un principio estuvo pensada para llevar peluca. Los brazos son móviles, el derecho comenzando desde el hombro hasta el codo y el izquierdo desde el codo; el resto son tres palos que lo asen a la peana, uno anterior y dos posteriores. Los pies están tallados hasta la altura de los tobillos y sujetos a la peana por clavos.
Se trata de la imagen de Jesús Nazareno portando la cruz, camino del calvario. Este instrumento pasional recae sobre el hombro izquierdo, siendo sujetado por ambas manos, mientras dirige la mirada hacia la derecha como si atendiese la llamada de alguien que le suplica perdón o ayuda.
El rostro solemne expresa decisión a pesar del dolor. La fisonomía del rostro denota un perfecto conocimiento anatómico y gran maestría a la hora de exteriorizar sentimientos.
También es digno de mencionar la ejecución de manos y pies. Las primeras sujetan la cruz con fuerza, dejando plasmada esa tensión con una perfecta talla de tendones y venas. Por su parte, los pies aparecen en actitud de paso: el izquierdo adelantado y apoyado en la planta, y el derecho hacia atrás y apoyado en los dedos.
Debido al mal estado de conservación se llevó a restaurar al 'Centro Diocesano Nacional de Restauración en Madrid.
Fecha: Siglo XVIII
La talla de la cabeza se reduce al rostro, pues el pelo es pintado, ya que desde un principio estuvo pensada para llevar peluca. Los brazos son móviles, el derecho comenzando desde el hombro hasta el codo y el izquierdo desde el codo; el resto son tres palos que lo asen a la peana, uno anterior y dos posteriores. Los pies están tallados hasta la altura de los tobillos y sujetos a la peana por clavos.
Se trata de la imagen de Jesús Nazareno portando la cruz, camino del calvario. Este instrumento pasional recae sobre el hombro izquierdo, siendo sujetado por ambas manos, mientras dirige la mirada hacia la derecha como si atendiese la llamada de alguien que le suplica perdón o ayuda.
El rostro solemne expresa decisión a pesar del dolor. La fisonomía del rostro denota un perfecto conocimiento anatómico y gran maestría a la hora de exteriorizar sentimientos.
También es digno de mencionar la ejecución de manos y pies. Las primeras sujetan la cruz con fuerza, dejando plasmada esa tensión con una perfecta talla de tendones y venas. Por su parte, los pies aparecen en actitud de paso: el izquierdo adelantado y apoyado en la planta, y el derecho hacia atrás y apoyado en los dedos.
Debido al mal estado de conservación se llevó a restaurar al 'Centro Diocesano Nacional de Restauración en Madrid.
Fecha: Siglo XVIII
Se trata de Cristo crucificado. La cabeza aparece ligeramente inclinada hacia el lado derecho y hacia abajo. La mirada pérdida en el infinito, como la de un ser que está próximo a la muerte. Es un rostro muy dolorido, prueba de ello es la expresión de las facciones en torno a la boca abierta. Gesto que muestra un profundo sentir. Hay sangre en la frente como consecuencia de la corona de espinas que le han impuesto, estrujando su cerebro y sus sienes. Como prueba del martirio además aparece la sangre que le sale al Cristo por los oídos. Su cuerpo, en general, está magullado y ensangrentado. El paño de pureza está anudado en el centro, los pliegues son muy simétricos.
La anatomía esta perfectamente conseguida. Destaca la magnífica expresividad del rostro.
Los brazos son móviles, hecho que le permite ser expuesto en forma yacente representando al Cristo muerto. Esta doble disposición de la escultura ha influido en el modo de hacer de los pies. Estos no están cruzados como en la mayoría de los crucificados, sino que aparecen dispuestos en paralelo. Los brazos son rígidos, sin articulación en el codo.
Fue realizado por la escultora Concepción Cuesta, previo encargó de Matías Martínez Carbonell, quien lo regaló a la parroquia de Santiago Apóstol de Lorquí.
Fecha: Siglo XX
La anatomía esta perfectamente conseguida. Destaca la magnífica expresividad del rostro.
Los brazos son móviles, hecho que le permite ser expuesto en forma yacente representando al Cristo muerto. Esta doble disposición de la escultura ha influido en el modo de hacer de los pies. Estos no están cruzados como en la mayoría de los crucificados, sino que aparecen dispuestos en paralelo. Los brazos son rígidos, sin articulación en el codo.
Fue realizado por la escultora Concepción Cuesta, previo encargó de Matías Martínez Carbonell, quien lo regaló a la parroquia de Santiago Apóstol de Lorquí.
Fecha: Siglo XX
La cabeza y las manos se hallan unidas a un delicado tórax de talle esbelto y estrecha cintura, del que nacen dos brazos abiertos que son móviles desde el codo.
El tórax está sujeto a la peana por tres palos, dos delante y uno hacia atrás, otro detalle muy habitual en los trabajos de Salzillo a fin de que el vestido de las vírgenes permaneciese abierto en su base.
La Virgen está representada en el momento en que descubre a su hijo, Cristo, martirizado por los hombres. Por ello presenta una expresión de dolor y desconsuelo notables.
El giro de la cabeza hacia la izquierda y atrás contribuye a realzar la correcta representación de la anatomía del cuello.
La paleta empleada en el pintado del rostro, las lágrimas acristaladas, contrastando con el castaño del pelo, subrayan la gran expresividad descrita.
Otros detalles que muestran el sufrimiento de la madre de Cristo son la boca entreabierta, las cejas levantadas hacia la frente y la caída del mentón.
La disposición del cabello permite centrar la atención en el bello rostro, dejándolo despejado con una amplia frente de la que arranca ondulado por encima de las orejas para recogerse en el lado izquierdo del cuello en sendos bucles rizados. El naturalismo del cabello se logra por la fina talla, así como por la delicada pintura que lo hace nacer en pequeños filamentos.
La disposición de los antebrazos, con el derecho más bajo que el izquierdo, realza el movimiento. El hecho de que puedan levantarse o dejarse caídos se utiliza para dar mayor o menor expresión de súplica o aceptación entre el pueblo.
Según el escultor Antonio Labraña, prestigioso imaginero de nuestros días, la cabeza puede ser obra de Francisco Salzillo Alcaraz y las manos de su discípulo Roque López.
El tórax está sujeto a la peana por tres palos, dos delante y uno hacia atrás, otro detalle muy habitual en los trabajos de Salzillo a fin de que el vestido de las vírgenes permaneciese abierto en su base.
La Virgen está representada en el momento en que descubre a su hijo, Cristo, martirizado por los hombres. Por ello presenta una expresión de dolor y desconsuelo notables.
El giro de la cabeza hacia la izquierda y atrás contribuye a realzar la correcta representación de la anatomía del cuello.
La paleta empleada en el pintado del rostro, las lágrimas acristaladas, contrastando con el castaño del pelo, subrayan la gran expresividad descrita.
Otros detalles que muestran el sufrimiento de la madre de Cristo son la boca entreabierta, las cejas levantadas hacia la frente y la caída del mentón.
La disposición del cabello permite centrar la atención en el bello rostro, dejándolo despejado con una amplia frente de la que arranca ondulado por encima de las orejas para recogerse en el lado izquierdo del cuello en sendos bucles rizados. El naturalismo del cabello se logra por la fina talla, así como por la delicada pintura que lo hace nacer en pequeños filamentos.
La disposición de los antebrazos, con el derecho más bajo que el izquierdo, realza el movimiento. El hecho de que puedan levantarse o dejarse caídos se utiliza para dar mayor o menor expresión de súplica o aceptación entre el pueblo.
Según el escultor Antonio Labraña, prestigioso imaginero de nuestros días, la cabeza puede ser obra de Francisco Salzillo Alcaraz y las manos de su discípulo Roque López.
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